
"Tal como aquí te pinto
Tal te han visto mis ojos"
José Martí (fragmento de Ismaelillo)
Hoy nos dormimos a la madrugada porque tu hermano se negaba a entregarse a los brazos de Morfeo. A eso de las 3 a.m., cuando vencimos su sueño, entré en tu cuarto. Dormías profundamente.
Tenías las manos sobre la panza y las piernas afuera de las sábanas. Igual que como duerme tu papá.
Estás grande y larga.
Creciste de golpe, hace un mes y medio, cuando nació Martín. Antes estábamos acostumbrados a ver dormir a un bebé, vos. Ahora miramos la cuna y después tu cama y nos topamos con una gigante. Todavía nos cuesta creerlo.
Verte dormir me da serenidad.
Tu expresión es de paz y también un poco de sabiduría. Por eso, espantada del insomnio de tu hermano, me refugio en vos. Quiero zambullirme en la calma de tu lecho, olerte el pelo y dormirme, borracha de vos.
Cuidadosamente te besé la sien y vos respiraste profundamente. Creo que me oliste porque, sin abrir los ojos, me tocaste la cara, me reconociste y me hiciste la misma pregunta de todo el día:
-“Mami, ¿Cuándo salga el sol ya voy a tener cinco años?”
Te volví a besar la sien y te contesté:
-“Si mi amor, así será”.
Hoy el sol salió más bello que nunca y yo me siento una mujer afortunada.
Es cierto, hay días en las que me espantan muchas cosas, extravío la paciencia a la vuelta de la esquina y se me borra la sonrisa como por arte de magia. Y me siento amargada, que es una mezcla letal de vejez, cinismo, hartazgo y escepticismo.
Entonces, como José Martí hace con su Ismaelillo, te veo crecer y me atrapa un optimismo desbordante porque, al decir del poeta cubano, “También tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”.
¡Gracias Coquito hermosa por existir y feliz cinco años, mi amor!