De cómo nos vemos cuando nos vamos y también cuando volvemos. Los que se quedaron dicen que somos los mismos pero no, estamos cambiados... Y ellos también. Reflexiones de una chica que volvió a su terruño pero que, sin embargo, sigue en tránsito perpetuo. En este espacio todo vale, menos quedarse quieto…

martes, 26 de octubre de 2010

¿Tu esposa sabe?

Se lo dije una y mil veces: “No te metás con esa mina, es mala leche, dejate de joder, si vos estás bien, ¿O no?, ¿Para qué buscar problemas?” Pero no, nada, él ni bola me dio y mirá que somos carne y uña, amigos del alma, hermanos diría yo desde que tenemos uso de razón. No, ni eso sirvió…
Y ahí fue el infeliz a encajetarse con esa mina, una problemática de entrada. Parece que eran compañeros de trabajo. La cosa venía complicada porque la piba era medio depresiva pero no sé qué carajo tenía que el Flaco quedó cautivado. Literalmente. En cuestión de días, el tipo pasó de la calentura inicial a un estado de enamoramiento atroz. No sé cómo pero lo tenía agarrado de las bolas.
Yo me di cuenta al toque. Primero me hablaba de ella como “la minita del laburo”, con la que chateaba, se mandaba mensajitos, se histeriqueaban en los pasillos de la empresa y eso. Después la cosa cambió en una fiesta del trabajo, ahí se la encaró, la mina le dio bola y bueno, apretaron. En ese momento dejó de ser “la minita del laburo” para convertirse en Laura. Con el paso de las semanas la cosa se puso más densa y la empezó a llamar Lau. Ahí me di cuenta que estaba hasta las manos con la piba.
Yo como hombre, como hermano del alma, lo entendía claro, pero no sé, me parecía… que se yo, injusto. Sí, eso, injusto. Porque yo lo adoro al Flaco pero él la tenía a Lorena, la Petisa, su mujer y compañera de toda la vida ¿Qué necesidad había de agarrarse ese metejón?
Con Lore estaban juntos desde la primaria prácticamente. Me acuerdo que en esa época andábamos los tres de acá para allá ¡Y si nos criamos juntos! Yo a la Petisa la quiero mucho, pero mucho. Cuando se pusieron de novios tendríamos, que se yo, 15 años. Siempre supe que lo de ellos iba en serio, que no era una jodita de pibes y, en cierta forma, hace más de 15 años que los perdí como amigos. Porque antes éramos tres, o el Flaco y yo. Pero desde que están juntos, desde que se comprometieron y se casaron, soy yo y ellos dos.
Siempre fue una alegría verlos felices, ni hablar… Cuando se compraron el primer Fiat Uno, cuando pusieron los primeros ladrillos para la casita del fondo, cuando volvieron de luna de miel y cuando nos enteramos de la llegada al mundo de Fran, mi ahijado, una de las personas más importantes en nuestras vidas.
Porque algunos, como el Flaco, nacen con estrella y otros, como yo, nacemos estrellados. Mirá que tuve minas, ¿eh? Pero siempre me quedo solo. Como un perro. Al principio estaba bueno conocer pibas, salir y evitar el compromiso, rajarle al casorio, seguir en la joda… Pero ahora me siento como perdido. Y pensaba en el Flaco y Lore, los veía felices y me agarraba una envidia…
“Dios le da pan al que no tiene dientes”, dice el dicho, ¿O no? Ahí estaba el Flaco, embobado con la infeliz esa que lo tenía da acá para allá como un boludo y Lore que me llamaba y me preguntaba si su marido estaba conmigo, que no volvió todavía, que el nene tenía fiebre y ella estaba preocupada… Y yo que me mordía los codos y le decía “Está conmigo, Petisa, no te hagás problema, ya sale para allá”; Y él que acababa de echarse un polvo, que leyó el mensaje de Lore pero que no podía salir ya, que “Lau está re mal, se siente angustiada, me pidió que me quede un rato más con ella. Dale, haceme el aguante…”.
Y así un día quebré. Fui a cenar a la casa del Flaco y fue la primera vez que lo vi ajeno a su mujer, a su hijo, a su espacio, a mí. Estaba pero no. Yo me di cuenta y la Petisa, que no tiene un pelo de tonta, también. Pero ella no le reclamó nada –nunca- y lo siguió tratando con todo el amor del mundo ¿Y él? El Flaco la empezó a ignorar, nos empezó a ignorar. Y ahí todo se me fue a la mierda.
Fue cuando dije “Esto es injusto”, “No vale” “¿Qué carajo están haciendo?” "El Flaco patea el tablero y Lore se hace la boluda y todo continúa como si nada… No, así no va".
Entonces recurrí a la humillación. Pinté un graffiti en la puerta del laburo de Lore que dice “¿Tu esposa sabe?” A la semana comencé con los llamados anónimos por teléfono. Después dejé algunos mensajes en el parabrisa de su auto y también debajo de la puerta de su casa. Un poco de lejos y otro de cerca también, presencié como la pareja se venía a pique.
Pobre Lore, me la agarré especialmente con ella. Lo que pasa es que siempre fue tan luchona la Petisa, siempre más fuerte que el Flaco, claro…Cuando se enteró de todo primero la vi negadora, después insegura, luego enojada, furiosa y después resignada. La peleó siempre, hasta que perdió la última batalla y el Flaco se fue de la casa a vivir unos días conmigo, antes de alquilar un departamento nuevo con la minita del laburo. Me enteré que serán papás pronto. Lore no lo sabe todavía y me parece injusto que se entere por terceros ¿Quién mejor que yo para darle la noticia?