
El corazón dejó de latir y la vidriera se puso triste.
Con el cambio de mes y la próxima llegada del otoño, la flamante vinería Winery de San Telmo– en Avenida Belgrano esquina Balcarce, Capital Federal- quitó de su escaparate el gigante corazón de post-it que había armado para el 14 de febrero, Día de los Enamorados.
Era un cuore muy especial: pegaron los post-it por dentro, formando un corazón de colores. Y por fuera tuvieron la excelente idea de pegar post-it vacíos, al alcance de la mano del transeúnte. Al lado del gigante órgano, uno tenía una lapicera atada con una soguita para que, cada quien a su antojo, llenara un post-it con un mensaje.
Había de todo desde: “Chuchi te amo” (firma: Javo), hasta estrofas de canciones ("All you need is love, papararará") sin dedicado/a; o declaraciones más osadas ("En tu día vení que te hago un camisón de baba"), sin remitente.
El corazón latió y se llenó de mensajes desde el 14 hasta el viernes 26 pasado (fecha en que tomé esta foto con el celu) y nadie lo desarmó, ni se afanó los post-it, ni destruyó en sí la idea. Y era fabuloso ver a la gente pasar, en medio del trajín del microcentro, y detenerse a leer las notitas, como si el tiempo se congelara. En el nuevo milenio del mensajito de texto y de voz, los escritos de puño y letra cautivaron.
Ojalá que el viaje al curro se llenara todos los días de estos pequeños instantes de felicidad. Ojalá que nos detengamos a vivirlos.